Estrategias disciplinarias:5 pasos simples para detener los derrumbes en público

¿Tienes drama? Bienvenido al club. A veces parece que cada vez que vas al supermercado o a la casa de la abuela, tus hijos lo toman como una señal para desatar su bestia interior. Para controlar las rabietas y el mal comportamiento, necesita dos cosas:paciencia y estrategias de disciplina a las que pueda recurrir en cualquier momento.

Crédito de la foto:GIPHY

"Las rabietas y los derrumbes pueden ser un gran factor de estrés para los padres", dice Katie Hurley, autora de The Happy Kid Handbook. . "Siempre parecen ocurrir en los momentos más inoportunos y en el único lugar en el que realmente no quieres lidiar con ellos".

Hay una buena razón para eso. Las rabietas suelen ocurrir cuando hay presión. Estar presionado por el tiempo, enfatizar el buen comportamiento o encontrarse fuera de la rutina normal puede ser suficiente para hacer enojar a un niño.

Como padres, estamos tan atados a nuestros hijos, que cuando tienen crisis, nuestra primera reacción es reaccionar. — gritar, gritar, amenazar y, en general, unirse a la rabieta. Desafortunadamente, nuestros instintos no nos sirven bien en este tipo de situaciones. "El estrés de los padres aumenta el estrés del niño. Si los padres gritan durante una rabieta, la rabieta empeorará", advierte Hurley. Por difícil que parezca, debes luchar contra tu instinto para gritar de vuelta.

Crédito de la foto:GIPHY

"Una rabieta es un intento de hacer retroceder cuando todo se vuelve demasiado", explica el Dr. Kim John Payne, autor de The Soul of Discipline. . Su mayor consejo al reaccionar ante una rabieta es no tomarlo como algo personal. "Una rabieta es el intento de un niño de orientarse empujando con fuerza contra el mundo. Su mundo eres tú".

Sus estrategias de disciplina giran en torno a un concepto simple:"Comprenda que una rabieta no es personal y evite dejarse llevar por la ira, sino más bien trate de mantener la calma, la firmeza y la amabilidad".

Relájese antes de que las cosas exploten

Crédito de la foto:GIPHY

Las rabietas no ocurren sin previo aviso, aunque a veces es difícil ver los desencadenantes y las señales de advertencia. Considera una tetera. Llénalo con agua y aplica calor, y la temperatura comenzará a subir, formando una cabeza de vapor. Primero, escucha la actividad como un hervor a fuego lento o lento, pero eventualmente, el vapor deberá escapar a través de la válvula. La tetera comenzará a silbar hasta que quites el fuego y permitas que el agua vuelva a hervir a fuego lento.

Eso es una rabieta. Con los niños, a menudo ignoramos los primeros signos de un problema latente. A veces, incluso vemos que el calor y la presión aumentan, pero no tenemos el tiempo ni las herramientas necesarias para detenerlo antes de que estalle.

Ayuda si puede reconocer las cosas que hacen que su hijo se ponga nervioso. Algunos desencadenantes comunes incluyen:

  • Falta de sueño adecuado la noche anterior
  • Tener hambre o sed
  • Tener prisa
  • Ser apartado de algo divertido
  • Estar sujeto a expectativas poco realistas o estrictas
  • Estrés de los padres o la familia
  • Tener suficiente tiempo de juego no estructurado o tiempo de inactividad

Si las rabietas de su hijo ocurren con frecuencia y no puede descifrar los desencadenantes, Hurley sugiere llevar un "diario de crisis".

"Busque patrones. A menudo animo a los padres a que anoten los factores desencadenantes, la hora del día y lo que estaba sucediendo justo antes del colapso. Al rastrear los colapsos, los padres pueden recopilar pistas y hacer los cambios necesarios para evitar repetir el colapso".

Mantén la calma y cambia de marcha

Crédito de la foto:GIPHY

A pesar de nuestros mejores intentos para evitar las crisis emocionales, inevitablemente ocurrirán a medida que su hijo aprenda a calmarse y encuentre su paz con el medio ambiente. Si se produce un colapso, primero canalice su calma interior. Luego sigue estos pasos:

  1. Respira hondo unas cuantas veces antes de reaccionar o tómate un momento para decidir qué hacer.
  2. Luego, retírese de la situación tomando con calma a su hijo de la mano, o levantándolo si es necesario. Incluso si se aleja unos metros y se desvía hacia un lado, es suficiente para cambiar el escenario y darles a ambos un momento para hacer una pausa.
  3. Manténgase cerca de su hijo y no hable mucho. Su presencia tranquilizadora y su falta de reacción ayudarán a que su hijo se calme. Manténgalo cerca si necesita contener los arrebatos físicos, pero no necesita decir mucho. Durante una rabieta, los centros de recepción del habla de su hijo están cerrados, por lo que decirle a un niño que "use sus palabras" o intentar razonar en el calor del momento caerá en oídos sordos.
  4. Después de respirar hondo unas cuantas veces, el Dr. Payne sugiere murmurar afirmaciones positivas y tranquilizadoras. "Di cosas que sean simples, cortas y empáticas... 'Lo sé, es muy difícil' o simplemente, 'Uh huh'. Dilo en voz baja, con voz suave, ya que no son las palabras las que recibe tu hijo, sino tu gesto de comprensión."
  5. Cuando su hijo se haya calmado, cree un plan de acción con instrucciones simples y tranquilas como:"Sé que quieres irte ahora, pero primero tenemos que pagar la compra. Luego podemos ir al patio de recreo como yo". prometido".

Evite la tentación de sobornar, prometer o suplicar a su hijo que se comporte de cierta manera, ya que esto disminuirá su credibilidad y liderazgo en la situación. Dejar que su hijo sepa que tiene el control modela estrategias de afrontamiento positivas y le asegura que lo respalda cuando se siente perdido y abrumado.

Crédito de la foto:GIPHY

Un último consejo del Dr. Payne:"Sobre todo, sepa que cuando está haciendo estas cosas, está respondiendo directamente a la llamada de sus hijos para que los ayude a recuperarse de estar emocionalmente perdidos y orientados. Señal y respuesta es una danza antigua entre niño y padre, y una rabieta es solo una señal más intensa que necesita su respuesta tranquila, firme y amable".