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Por favor, no juzgues la tableta de mis hijos en la mesa

Es nuestro noveno aniversario de boda. Mi esposa y yo no tenemos una niñera para pasar la noche, así que decidimos aprovecharlo al máximo y salir a cenar con nuestras hijas, de 4 y 2 años. Sabemos que no será una película romántica perfecta, pero esperamos para una noche agradable en familia.

Elegimos un restaurante tranquilo y relajado a pocos kilómetros de nuestra casa. Hay varias otras parejas disfrutando de sus comidas mientras estamos sentados. Para mi esposa y para mí, esto significa que debemos limitar las interrupciones ruidosas que a menudo crean dos niños pequeños. Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo.

Después de unos diez minutos, mi hija mayor, Claire, está caminando, fingiendo ser una camarera. Mi hija menor, Natalie, está llorando por levantarse para bailar su canción favorita. Hacemos todo lo posible para mantenerlos tranquilos y ocupados, pero nada funciona. Es hora de la tableta.

El padre que pensé que sería antes de tener hijos siempre comentaba:“Mis hijos nunca estarán pegados a una tableta cuando estén en un restaurante. Pueden sentarse en silencio y colorear con sus crayones como lo hacíamos nosotros cuando éramos niños”.

Pero el padre que soy hoy comprende que necesito un poco de ayuda para que mis hijos se porten bien en un restaurante. Esto no significa que apruebe el uso de una tableta en todo momento. Tenemos límites en el tiempo de TV y tableta. Tampoco permitimos la tableta en la mesa de la cena en casa. Pero para las raras ocasiones en que salimos a comer, es una herramienta moderna que todos los padres deberían poder usar sin juzgar.