Deja de gritar:cómo lidiar con las rabietas
Te puede pasar a ti. Su hijo estará tirado en el piso en medio del supermercado teniendo un colapso total. Obtendrá miradas críticas o comprensivas de otros compradores, según sus experiencias. Sin embargo, no debes sentirte culpable; las rabietas son más complicadas que un niño mimado al que le dicen que no puede tener un juguete. Entonces, ¿qué los causa y qué puedes hacer para tratarlos?
Causas de las rabietas
Una rabieta ocurre cuando un niño está abrumado por una emoción y no tiene otra forma de liberarla. Los niños pequeños no tienen la experiencia de vida para distinguir entre los eventos importantes de la vida y las cosas pequeñas como tener que esperar por algo. A veces, una rabieta puede ser causada por un niño que intenta hacer frente a demasiada estimulación o cambio; esto es particularmente cierto para los niños con autismo. La causa puede ser tan simple como el cansancio, el hambre, los celos, la falta de estimulación o la necesidad de atención o tranquilidad. Los niños también son sensibles a su entorno y se darán cuenta de cualquier estrés en el hogar, incluso si no entienden la causa.
Lidiar con las rabietas
Para lidiar con una rabieta de manera efectiva, debe decidir si la rabieta es causada por la ira o la angustia. Si los gritos y las patadas son causados por la ira, entonces debes distanciarte un poco. No recompense el mal comportamiento con un soborno para ser bueno. Sea firme y claro acerca de cómo espera que se comporten. Si es seguro ignorar el comportamiento de búsqueda de atención (por ejemplo, alejándose), hágalo, pero manténgase a la vista para que no se sienta abandonado. También debe permitirles tener algo de dignidad cuando capitulen y cambien su comportamiento. Elogie su buen comportamiento y no los ridiculice por sus acciones.
Si la rabieta se desencadena por la angustia, debe tranquilizarlos. Un abrazo funciona mejor que las palabras; mostrándoles que aceptas sus sentimientos como genuinos, brindándoles la seguridad del contacto físico y ayudándolos a recuperar el control. Una distracción a menudo puede ayudar; cantarles, decirles que su juguete favorito quiere un abrazo o darles algo con lo que jugar puede funcionar.
Los niños pequeños son propensos a las rabietas y, a veces, hay que esperar porque están demasiado angustiados para calmarlos de inmediato. Si adopta un enfoque constante, mantiene la calma y lo acepta como una etapa natural en la que su hijo aprende a controlar sus emociones, descubrirá que ambos pueden sobrevivir a la experiencia. ¿Y en cuanto a los transeúntes críticos? Solo espera hasta que tengan que lidiar con su propio hijo con rabietas.
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